Se pronuncia
la belleza bajo la curvatura del cielo,
Su boca es
poseedora el único farol que nos alumbra,
El tacto
nace desde mi pecho a su espalda,
Como un escalofrío ciego que vuela hasta lo más alto.
El olfato se
hace más sensible,
Cuando
mi nariz se hunde en la profunda aurora.
Y al cerrar
los ojos,
La espuma de
sus cabellos.
Hace
desvanecerme en lo profundo del espacio.
Nos observan
las constelaciones,
Desnudos
como ellos mismos.
Y nos invitan
a derretirnos en su cuerpo,
Como hemos
aprendido.
Nos desglosa
el humo en un sinfín de alegorías,
Conmueve la negligencia del tiempo.
A recoger
los harapos tirados,
Es tiempo de volver,
Es hora de
partir,
Catarsis,
Habrá tiempo,
para
encontrarnos.