martes, 27 de julio de 2010

Lia.

Como dios construye, yo te edifico.
Creo los lugares que nos pertenecen
Pongo nuestros corazones como custodios,
De nuestra morada en el sinfín de los mares.
Que en lomos de cordero se teje nuestro camino
En la boca de lobos arrancan nuestros pesares
De tu pecho de hembra soy el sufijo,
De mi corazón de plata tus bondades.
Amor sobra en los aluviones,
Solo es dicha cuando alumbra la leña.
Los mantos de lana cobijan tu explanada
Donde baja mi cuerpo, coqueto y escurridizo.
Se calman las horas dentro de nuestros ojos
Se avecina septiembre y las buenas sepas
Anochece con menos frío dentro de mis venas,
Tu respiración en mi pecho alegra las mañanas.

Por que de ti soy, como soy de dios.

Enamorado del complemento de nuestros géneros
Soy el niño que bebe de tu pecho,
Los manantiales de agua fresca.
El hombre que te mira desde el suelo
En busca tu misericordia,
El vagabundo sincero que busca su lecho
sobre tus piernas.

Cada ojo lo cubre una lágrima
De la alegría de ser tu hombre en tiempos invernales
Bebe del fecundo sabor de mi entrega
Que es mas tibio que cualquier otro tiempo.

No he creado ninguna alegoría en este presente
Te entrego todo lo que tengo en ambas manos
Acércalas a tu pecho que aquí ya me tienes,
amarrarme con un beso a tus telares.