Uno solo se queda sentado
En el rincón oculto de la espera
Avanzan las horas lentas
Con el estomago que solo da vueltas
Una, dos, tres tardes inmensas
Noches lúgubres vacías y funestas
Las sombras son las que acompañan
En esta interna y trágica contienda
Cae el cuerpo sobre la tierra
El polvo tapa la esperanza y la fuerza
Muere la alegría en la espera siniestra
Por no somos ni recuerdos
No somos nada.
No somos lo que somos
No somos nada.