viernes, 16 de noviembre de 2012

Claro de la Luna.


Sopla despacio, detrás de mi alma, para excitarme de tu presencia escurridiza.
Tócame el cuerpo con tus labios suaves, cánsate y duerme dentro de mi cuerpo.
Muérdeme de un solo golpe mis hombros y repite mi nombre cien veces.
Báñame con el manantial de tu pelo, que cae sobre mi pecho.
Siéntate sobre mi sudada añoranza dispuesta al deseo.
Susúrrame tu nombre una vez más en mi oído, para que quede resonando como siempre.

Aterrizaré sobre tú  monte de Venus, Marte y Júpiter,
Navegaré por el mar de tus senos.
Me hundiré por el capricho de tu espalda,
Y morderé cada suspiro que arrojes,
El día que sueles darme de tu respiro.

El presente es tuyo y serpentea por tus abismos
Quiero,
Volver a ver tus ojos sonrientes, bajo el claro de la luna.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Tenta.


Sobre un desierto de espantos,
Me encontré cargando un saco,
Lleno de huesos y culpas.

No esta demás decir que en mis calcetas,
Cargo como hierro,
Los arrepentimientos.

La lengua me la han arrancado mis hermanos,
También uno que otro bárbaro,
Pero estos son mas compasivos.
La espalda solo es pescueso,
Y cargo mi conciencia.

Con espinas atravesadas de costado a costado,
Intento caminar con mis codos contra el viento.
Y con su cuerpo, esculpido en llamas,
Me acompaña sarcásticamente hasta mi entierro.
.
Me sedujo con curvas de piel y carne,
Me sedujo con perfumes subliminales.
Me tejió de poco una agónica muerte,
Que termina donde comienzo y vuelve a empezar.

De tus labios cuelgan mis hermanos.
Ya que de tu hambre,
Te sosiegas con ellos.
Por que te da más placer tragarte,
A los hombres cuando son los que quiero.

Aunque te rías sin ser amable,
Acumulo con cianuro mi carga de sangre.
Por que en algún momento volverá el hambre
Y con más de algo buscaras sosiego.

Compañero.


El diablo aún encuentra esperanza dentro de mí,
Y cala dentro de las cicatrices como gusano tortuoso,
Cala el ojo, inca el diente con tenacidad.

Crecen borbotones de musgos verdes,
Por los contornos de los ojos húmedos sin sol.
Y como hombre de poca fe, creo en otros dioses,
Que me hacen mas humano por demás.

El diablo se encuentra sentado afuera de mi cuarto.
Espera fumándose la ultima gota de mi alegría.
Cala el ojo, inca el diente con tenacidad.
Y vomita sobre la alfombra coágulos de  miel,
Para que lama el suelo una y otra vez.

No soy tonto, pero figuro serlo
El lo sabe, tampoco lo es.
Así que piensa quebrarme las vértebras
Y usar mi piel como capa de rey.

Por que aunque te suenen oscuras estas letras
Mi consentimiento,
Es para él.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Cobarde.


Será mejor que despiertes
Y encuentres la manera
De correr lo que más puedas
Que la puerta se cierra

Antes que olvides regresar
Recuerda cual es la idea
Que te hizo desertar
De la habitación

Que si te vas,
Mejor no regreses.

Los siete días de la creación - Primer día.


Al principio cree el cielo y la tierra
Donde reinaba el silencio y un caos infinito
Mi aliento de vida rozaba cada superficie
Y a cada molécula muerta daba vida

Dije: “Que se haga la luz”
Y nació del vientre del sufrimiento.
Se gestó dentro del vestido blanco,
Que se posaba sobre las vertientes

Vi que la luz se apartaba de la obscuridad
Llamé a la luz “Día” para jugar con tus manos
Y a lo obscuro lo torne frío
Para arroparte en lo que llamé “Noche”

Dentro del vientre de madre
Creces para yo crear tu mundo
Tejo este telar con mis manos
Para que en tu vida no falten frutos.

Los siete días de la creación - Segundo día.


Crearé un firmamento en medio de las aguas,
Para que las apartes las unas de las otras.
Dentro de cada peñasco de piedras escribiré tu nombre,
Para que quede grabado en roca,
Mi testamento.

Te brindare con amor cada amanecer que nazca de las montañas,
Y creare los atardeceres para que mueran en las aguas.
Para que nazcan los poemas a tus futuros amores.

Ha este firmamento lo llamaré cielo
Donde cobijaré a cada ser que nos guíe.

Los siete días de la creación - Tercer día.


Acumúlense las aguas por debajo del firmamento,
Como se acumula el alma detrás del cuerpo.
Pero que en este tercer día no se deje ver lo seco.
Ha esto lo llamaré tierra y al agua mares
Mares de alegrías, mares de tristezas
Pero son cosas que en la vida cada hombre a de vivir.

Que se produzca en la tierra buena hierba,
Vegetación fructífera y que se esparzan sus semillas.
Que crezcan de tus frutos mi descendencia,
Y que de fuertes robles crezca nuestra familia.

Quiero frutos sobre y dentro de la tierra,
Para que las cosechen los pobres que busquen tu consuelo.
Que nazca las rosas, que crezcan los cardos,
Que tu camino se llenen de calas y de tus cabellos,
Crezcan arándanos.
Que crezca la vid para que cosechen nuestros sueños,
Un poco de felicidad en la vida de cada hombre.

Los siete días de la creación - Cuarto día.


Con un pincel te pinté en el cielo,
Cada lucero y cada sol.
Para que así cuando despiertes en tus noches
Mires al cielo y te sientas cobijado.

En este firmamento celeste tendrás tu cuna,
Que será mecida cada noche por mano de dos.

Te crearé dos luceros enormes,
Uno se llamara luna, el otro sol.
Uno te acompañara en cada noche,
El otro en los días te dará calor.

Son mis pequeños regalos para tus días,
Y no sientas ningún vacío en tu corazón..

Lo siete días de la creación - Quinto día


Bullan las aguas de animales vivientes,
Y que sobre tu cabeza,
En el firmamento llamado cielo,
Te revoloteen los quetzales llenos de color.

Creare en tu mundo mounstros marinos,
Piratas perdidos y barcos a vapor.
Te contare de ellos cada noche,
Para que te duermas en cada letra.
Te arropare hasta el cuello cuando la luz se apague,
Y cuando el beso de tu madre te de un adios.

Así le digo a mis cuentos y mis letras,
Sean fecundas y multiplíquense .
Crean en el amor que existe del hombre,
Al germen de sus raíces.

Llenare los mares y la tierra,
De mi creación.

Los siete días de la creación - Sexto día.


Que se reproduzca en mi tierra,
Cada ser que merezca pisar firme.
Ya que nadie será más que otro,
Todos serán dignos de ser retoños de dios.

Así creé a cada animal que cubre nuestra tierra,
Y cada cual con el derecho a vivir su vida.
Multiplíquense marchen sobre las montañas,
Selvas, prados y Patagonias,
Que nadie tiene el derecho,
A quitarles la vida.

He aquí cuando naces,
En el sexto día.
Naces a imagen y semejanza mía.

Así lo quiso otro dios.

Y eres la creación de un microcosmos,
Dibujado sobre la piel del universo.
Contorneado en las caderas de la nébula,
Y plasmado en un telar de inocencia.

He creado cada astro para que tu vida sea plena.
Y para verte crecer como yo lo hice.

Hijo,
Quiero ser tu mejor copiloto espacial,
En tus estelares aventuras.

!Construyamos nuestras naves,
De cartón y papel,
Asi me enseñas nuevamente a ser niño¡,
Para poder volar a ese universo perdido,
Al pasar de los años.

Quiero verte sonreir con cada pequeña cosa,
Que te sorprenda de este nuevo mundo.
Quiero verme sonreir,
Acurrucado a tus pequeños sueños.

Hoy es cuando naces
Tú como hijo,
Yo,
Como padre.

Los siete días de la creación - Séptimo día.

Descanso.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Auto Infidelidad


Se acabó en este último acto,
Una escena llena de un manto nostálgico de luna.
Se acaba y muere entre mis letras,
En este momento.

Mis sueños se hacen indiferentes a mi realidad
Y se me acaban los suspiros sinceros.
En este momento,
Se me agotan las ganas,
De cortejar mi felicidad.

Ajeno me siento de calarme en esos ojos sonrientes
Y contorneados de súplica,
Ajeno me encuentro de dibujar con mis labios,
Ese paraje de tu cuello.

Porque hoy muero en este acto,
En mis letras, en mi fidelidad.
Hoy me vuelvo sincero,
A esta dimensión a la cual no pertenezco.

Hoy me prometo ser,
Lo que no quiero.
Para apaciguar el miedo
De los cobardes.
Se me agotan las ganas,
En este momento,
De ese paraje en tu cuello.

Cada vez me siento más ajeno,
De dibujar con mis labios,
Mis letras y mi fidelidad.
No pertenezco,
Y me vuelvo sincero,
A esos ojos sonrientes,
Para apaciguar el miedo
De esta luna cobarde.

domingo, 26 de agosto de 2012

Inoportuna.


El agua recorre mis cenizas
Para que brote el nuevo retoño
De este invierno casi muerto.
Y como corteza vieja,
Me hidrato de un nuevo caudal
Rozando tus caderas.

Es el agua que se despoja del cielo
Para caer raudo sobre la complicidad
De un inoportuno tiempo delirante,
Algo torpe y de adolecente fervor.

Es tu corazón el que marca el tiempo,
Que hace que los segundos parezcan horas
Cuando sobrevivo en el universo de tu seno.

Es la inocencia con la que se buscan nuestras manos
Para un encuentro fortuito, casi ajeno a la realidad.

Francoise.

sábado, 16 de junio de 2012

Siempre que pueda
encontraré mis sueños
recorreré el infierno
aunque tenga que morir
serás y seré por siempre
misterio soberano y ardiente
inocente y terco que,
amasa un nuevo sentido a la vida.

Cuando menos lo esperes
olvidaras lo que somos
notarás que de lo inevitable
Ausente no podrás estar.




domingo, 10 de junio de 2012

Fragmento (sueños...)

Entre arboles viejos caminan dos enamorados. Van quebrando el silencio del atardecer dorado, con el sonido de hojas secas, aplastadas por los pies descalzos, de estas viejas historias. Rozan con sus manos las cortezas rasgadas de árboles tumbados, que se mantienen inmóviles y orgullosos de conocer el mundo.
El sol, con su manto, cubre cada copa y corteja el vaivén del viento sobre las hojas. El momento se hace eterno y las historias siguen su rumbo hacia el presente, para luego retornar hacia el futuro. A la espera de estas criaturas del tiempo esperan pacientes, dos enamorados que pierden su vista en el horizonte que mece el viento.
Donde se acaba el bosque, crece un nuevo paisaje. Eterno campo verde, lleno de luz dorada y nubes arreboladas. Por encima de cada monte un ser con sus manos alzadas, alimentándose por sus poros, de los últimos rayos del sol, encienden el ritual antes que caiga la noche y se cumpla la profecía de los libros de ficción, que guardan en sus vidríales dorados.
Niños son los que corren los montes, con antorchas en búsqueda de fuego, para alimentar de calor la noche y recogen chocolates escondidos entre matorrales. Las madres revuelven las cacerolas de greda, con agua de glaciar humeante y secretos alquimistas, donde luego verterán ese oro, sobre los ojos de los santos que bajaran de los cielos como el último día.
Los enamorados contemplan de norte a sur, el camino de estos cesares. Lo recuerdos han llegado y palmotean su espalda afectuosamente, como viejos amigos. Susurran a sus oídos que los hechos se repiten, solo es de esperar su llegada. Y cada quien toma de su mano y arropa su frio en el hombro de él o en la cabeza de ella y el momento se vuelve nuevamente eterno, en espera del juicio. Las estrellas se hacen cómplices de un amor desnudo en el fin del bosque, en la espera del fin del mundo.
Sobre el vientre del valle, cae el fuego, se tejen terremotos y dolores de la tierra. Cae una espada sagrada, que cumbre las viñas de sangre, para que Adán y Eva, no vuelvan a este paraíso. Cuatro bestias de fuego cubren cada punto cardinal con recelo y sin ninguna pisca de misericordia al que quiera entrar a esta tierra prometida. El cielo se hace espeso y esas nubes rosadas que enternecían el atardecer, se han escondido por el dolor de esta tierra. Lagrimas caen sobre las beatas de falda. Levantan sus ofrendas de oro y dejan caer agua sobre los niños. Los hombres alzan sus armas y provocan al cielo, se insultan y golpean entre ellos, caen temblorosos algunos del miedo. Hombres con sombreros largos y bastones dorados alzan sus manos, mostrando en sus ojos arrepentimientos mientras niños rubios escapan desnutridos desde sus túnicas.
Del amor de las manos y del desnudo bosque que cubre a los enamorados, nace un alma sin pecado alguno, fruto de un vientre fecundo y de un amor cósmico. Baja el monte sin mirar la realidad de nuestro mundo, sin saborear los mismos sonidos que los nuestros, sin saber que la bala cala la carne y que el fuego hierve el aceite. Él es de otro cosmos y no conoce miedos y como buen niño juega entre las piernas de estos titanes de fuego sin temor a quemarse. Traspasa los umbrales de lo inesperado y posa su espalda sobre el filo de la espada. Saluda de un beso a cada hombre y regala sonrisas. Y estos titanes sobrepasados, quedan tumbados por la ternura.
El cielo se vuelve con un solo rayo, un fino calor de dulzura. El hombre se apacigua y descansa sobre las cacerolas alquimistas. La espada se diluye y baja como agua el caudal del rio. Las mujeres guardan las armas en baúles con polvo de guerra y ya no se escuchan arrepentimientos
Las estrellas rondan la cabeza de esta alma. Revolotean en una sola danza y cubren de oro el vientre del valle. Los enamorados bajan por la pradera iluminada por un solo astro y se posan sobre el valle con el alma entre sus brazos. La tierra se calma y se posa el sol sobre sus hombros.
Nace un nuevo día desde lo opuesto de donde esconde el sol. Comienza el nuevo día con unidad en la manada. Cada hombre ayuda al otro a levantarse de la silla, se dirigen amablemente las palabras.
Los niños siguen siendo niños y crecen al amparo de las decisiones tomadas, las mujeres lustran las ofrendas y limpias las cacerolas para que estén listas a mediana tarde. Los hombres se organizan y palmotean las espaldas, se hacen propios de sus dichos y piden perdón. Así avanza el sol desde la mañana a la tarde. Y cada hombre camina a un monte para esperar con las manos alzadas el atardecer…
- Mi amor, hey, despierta…
- Ah..?
- Despierta, es hora de levantarse, ya salió el sol.
- Ok.

Cómplices.

Cómplices del placer,
nos escondemos bajo la bóveda del cielo,
iluminados por las constelaciones mas remotas.

El sonido del vaivén de los astros,
 cae sobre nuestra coronilla
 hasta el espacio infinito entre los dos cuerpos celestes.

El viento cae como polvo cósmico sobre las huestes infinitas,
 de dos cómplices perdidos de la percepción de los tiempos.
 La noche se tapa del manto de esa luna caprichosa.
Los deseos se hacen más fuertes mientras se nos va escapando.

La barbilla tirita,
los pies se unen como enredaderas,
 los brazos se tejen en un deseo profundo.

La sombra del cielo, se unta del frenesí.

Caen las gotas de este sudor invisible,
sobre el abismo de este rincón improvisado.
 Dos amantes sentados bajo la bóveda del cielo,
 yacen complacidos acompañados.

lunes, 28 de mayo de 2012

Niño.

Tras su carrito de madera
quedan las huellas de sus sueños.
Imaginería que envidia el hombre al pasar de los años.
Un mundo donde cada detalle es una puerta al universo
o un sendero a lo profundo de sus astros.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Juntos a la mesa.

Suena el teléfono como siempre,
Y se escucha jadeando una puta
Succionando las varices
De una virilidad perdida
Comiendo de poco los bolsillos viejos.

Se escucha su nombre todo el día
Se siente su aroma en cada conversación
Pero nadie hace nada
Y todos dicen algo
Algunos condescendientes,
Otros no.

Se esconde bajo la mesa
Del rincón mas familiar.

Pero ya estamos perdidos en los hechos
Aunque clave en el pecho de manera fatal
Cuando la costumbre se aferra a tu espalda
No te suelta de ni una manera jamás.

Los trastos están viejos,
Y conviene tomar las mordazas,
Para colocarlas en nuestras bocas.

Taparnos los ojos
Y sentarnos juntos a la mesa
A compartir como siempre
El cobarde y añejo pan.

domingo, 4 de marzo de 2012

Anuncio.

Se apaga el sol paulatinamente
Pero su luz es más cegadora,
Vuelvo de retorno a su fuego
Ya que vuelvo sin el temor de quemarme.
Sulfúrico mi trastornado sudor
Se inyecta en las venas del mundo
Para fertilizar con sufrimiento
Y sembrar el antiguo temor

Las cosechas venideras
Serán fruto del sol que se apaga
Y el fuego sobrecogedor que congela.